martes, 16 de febrero de 2010

Esa vez recuerdo haberlo visto con una expresión parecida a cuando me lo encontré en el metro, esta vez estaba sentado en la calle, en una cuneta, con los brazos sobre sus piernas y la cabeza agacha con su pelo azulado por sobre su cuello, para ese entonces yo estaba caminando sola, no recuerdo hacia donde me dirigía, y fué cuando lo ví, le llamé por su nombre, levantó la cabeza para observarme dejando al descubierto sus ojos llenos de lágrimas, me acerqué apresurada y me arrodillé frente a él perguntándole qué le pasaba, recuerdo haber paseado mis manos con preocupación por su cabeza y su cara intentando secar sus lágrimas, algo me dijo que ahora no recuerdo, y apoyé su cabeza contra mi pecho, este me abrazó mientras seguía desconsolado, y yo, muda, sin nada humano para decir lo acompañé, y para cuando hube abierto mis ojos me dí cuenta que estaba tumbada en mi cama boca abajo y que todo había sido producto de un sueño, un sueño el cual no sé distinguir si fué amargo o dulce.

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