
en mi bici color azul, esa que me vendió el mati en una ganga, y me gritan eso que me hace hervir la sangre de pura ira, y hace que me salga humo por las orejas, que me crezcan los colmillos y que me ponga al mas puro estilo kung fu. Recordé lo que la vicky me había aconsejado y lo hice, y creo que nunca había estirado tanto mi dedo, el griterío cesó. ¡Funcionó! - pensé - fué entonces cuando me dí cuenta de que hacía tiempo que la sonrisa no se apoderaba de tal forma en mi cara, y la risa salía a estruendosas carcajadas, los dejé marcando ocupado.